lunes, 10 de febrero de 2014

Diálogos de supermercado

Un poco de humor para la reflexión

     Como todos los días, la Sra. Georgina, bien emperifollada, de zarcillos, perfume y rubor, (pa´ no tropezarse con las amigas de supermercado y que la vayan a ver toda paliducha) se enfila diligentemente a la diaria y febril búsqueda de los productos de primera necesidad, sin los cuales su alacena se encuentra “desabastecida por completo”.

     Su primera parada, como todos los lunes, la realiza en el supermercado más chik de la zona, porque definitivamente, si no consigue allí cualquier cosa, sus esperanzas merman, aunque es necesario insistir, porque “una nunca sabe”.
    
     Al llegar, saluda a los chicos de la caja, quienes por la frecuencia de sus visitas, ya la reconocen desde que se acerca a la entrada:

- Cajera: Buenos días Sra. Georgina ¿Cómo está?

- G: Bueno mi niña, aquí, vamos a decir que bien para no entrar en detalles, porque definitivamente en este país ya no hay quien pueda. Por cierto ¿será que por fin les llegó la leche? Es que la verdad ya me quedan solo 2 kilitos en la casa y si no me tomo mi conlechito por la mañana paso el día mal. Aunque mi ginecólogo me mandó a hacer todos los exámenes y me dijo que dejara de estar tomando leche completa, pero imagínate tú, ¿yo cómo hago sin mi cafecito con leche por la mañana? Es que definitivamente, este gobierno hasta eso nos ha prohibido. Bueno mijita, déjame ir a ver qué consigo por aquí.

     Antes de instalarse a revisar minuciosamente anaquel por anaquel, da un vistazo a cada pasillo, a ver si por casualidad encuentra alguna de sus compinches pa´ poder saciar la angustia que le produce estar sábado y domingo sin hablar de la situación del país como Dios manda. Por suerte está Rosario, justo en el anaquel del café y hacia allá se dirige rauda y veloz.

- G: Rosarito, ¿cómo amaneciste? ¿No me digas que conseguiste el café?

- R: Ojalá. Eso, desde que al gobierno le dio por quitarle las empresas a los que de verdad producían algo bueno en este país, desapareció. Dígame el Fama de América chica, tan bueno ese café, pero como al Sr. ese, le encantaba tomar café a toda hora le dio por adueñarse de la empresa y la destrozaron. Ahora ese sólo se consigue en los mercados esos pa´ pobres y además ya no sirve para nada, eso no sabe a nada.

- G: Si chica, verdaderamente, igual la fulana leche esa, que eso dicen que es puro engaño, porque ni calcio tiene. Y la “harinapan” esa que venden allí, eso no hay manera que la masa coja punto. Yo vi el otro día a la conserje de mi edificio que llevaba una bolsa de Mercal y tenía harina de esa y le pregunté, bueno, ella me dijo que eso no servía para nada, pero que como “harinapan” ya no se consigue compró esa obligada. Imagínate tú, tanto años nuestra Harina Pan y ahora no hay con qué hacer una arepa en este país. Yo ya no sé qué vamos a comer, sinceramente.

- R: Y lo otro que más nunca se vio fue el Mazeite.

- G: No, por eso yo dónde veo compro. La semana pasada pasé por el supermercado ese de La Candelaria y cuando vi el gentío en la cola me metí, pues resulta que había Mazeite. Bueno, estaban vendiendo sólo 2 litros por persona, porque es que además, lo único que falta es que nos den una tarjeta de racionamiento como en Cuba. Aproveché y compré mis dos litros, aunque a mí me quedaban todavía 3 litros en la casa, pero con esta situación uno no se puede dar el lujo. Y menos yo, que vivo sola y no tengo quién me eche una manito por allí cuando ve que hay una cola para comprar cualquier cosa que haga falta.

- R: Si, yo hago lo mismo, donde veo una cola me meto. Después averiguo qué hay, porque si uno se pone primero a preguntar y después hace la cola, segurito que se queda sin comprar nada.

     Luego de recorrer anaquel por anaquel, y constatar que no hay nada para comprar, Georgina decide llevarse unos limoncitos que están bonitos y un poquito de cilantro, porque en casa tiene todo lo demás para preparar almuerzo a su hijo y su Nuera (que nu-era la que ella quería para su hijo), porque le dijeron que hoy van a almorzar con ella en su casa para darle una noticia.

     Al llegar a la caja, se despiden:

- G: Bueno Rosarito, nos vemos otro día por allí. Me voy corriendo, que tengo que preparar almuerzo porque hoy va mi hijo con la mujer esa con que se casó a almorzar a la casa. Por suerte conseguí estos limoncitos para la ensalada y este poquito de cilantro para la sopa, porque el arroz, el pollo y los plátanos ya los tengo, les preparé un quesillito de postre y el juguito se los hago con unas fresas que tengo allá y se me van a dañar si no las uso ya.

     Cuando Rosario se dispone a responderle para despedirse, suena su teléfono:

- R: Aló, ¿quién es? (…) No me digas, ¿dónde? No, no, no, yo pago aquí y salgo corriendo para allá. Espérame.

     Cuelga y le dice a Georgina:

- R: Mira, que me dice María Francisca que consiguió “papel toalé” en donde los chinos, que no hay mucha cola porque la gente no se ha enterado.

- G: A no chica, vámonos corriendo para allá, antes que la gente se entere. Aunque a mí me queda un bulto de 36 rollos en la casa, pero por si acaso, no se me vaya a acabar y me quede yo sin “papel toalé”. Déjame llamar a Consuelo para avisarle, que ella siempre está pendiente de avisarme cuando consigue algo por allí.

     Rápidamente agarra su teléfono y marca:

- G: Aló, ¿Consuelo? Hola, mira, rapidito, que María Francisca llamó a Rosarito, que me la conseguí aquí en el supermercado y le dijo que donde los chinos hay “papel toalé” y que no hay casi cola porque la gente no se ha enterado, nosotras vamos corriendo para allá. (…) Está bien. Allá nos vemos.

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